BIC no es solo un boli

Vista del faro de Trafalgar desde Los Caños de Meca

Vista de Trafalgar desde Los Caños de Meca

El pasado 4 de junio, la Dirección General de Patrimonio Cultural y Bellas Artes de España emitió una resolución que declara el Faro de Trafalgar como Bien de Interés Cultural (BIC). Esto convierte al faro barbateño en una figura protegida, según el criterio de la Dirección porque "el Faro de Trafalgar, construido a finales del siglo XIX, es uno de los edificios más singulares del litoral gaditano y andaluz. Su ubicación ya en su tiempo fue estratégica, siendo testigo de relevantes avatares históricos. Construido por el ingeniero Eduardo Saavedra Moragas (1829-1912), en colaboración con Rafael Navarro, Antonio de Palacio y Manuel García, alumnos de la Escuela de Caminos, el Faro constituye un testimonio histórico de la tecnología y la ciencia de su tiempo vinculadas a la navegación marítima y la revolución industrial."

"La incoación del expediente de declaración como Bien de Interés Cultural tiene por objetivo la protección patrimonial de los valores históricos, científicos y técnicos del bien”, y el faro de Trafalgar cumple con los requisitos sobradamente, pues, según recoge la propia resolución “queda de manifiesto que el Faro de Trafalgar constituye un bien integrante del Patrimonio Histórico Español, de interés histórico, científico y técnico, (artículo 1.2 de la Ley 16/1985, de 25 de junio), con valores culturales suficientes para su declaración como Bien de Interés Cultural."

Ubicado en el Cabo de Trafalgar, escenario de la famosa batalla naval en 1805, el faro es mucho más que una simple edificación destinada a guiar a los barcos. Su construcción, iniciada a mediados del siglo XIX, marcó un avance crucial en la seguridad marítima de la zona, una de las más transitadas del Atlántico. Desde su encendido el 15 de julio de 1862, no ha dejado de realizar su labor ni un solo día, a pesar de que su tecnología se ha ido actualizando.

Anteriormente, en el mismo emplazamiento, existieron otras construcciones con fines de señalización o defensa, como un posible templo romano y una torre de vigilancia musulmana del siglo IX, cuyos restos se encuentran junto al faro actual. Incluso, la Torre de Trafalgar, del siglo XVI, fue parcialmente derribada en 1860 para utilizar sus materiales en la construcción del faro actual.

La declaración como BIC conlleva una serie de implicaciones importantes. En primer lugar, supone la inclusión del faro en el Registro General de Bienes de Interés Cultural, garantizando su visibilidad y reconocimiento a nivel nacional. En segundo lugar, impone un régimen de protección especial que limita las intervenciones sobre el bien y exige la autorización de las autoridades para cualquier tipo de obra o modificación. Esto asegura que su integridad y valores patrimoniales se mantengan. Además, se abre la puerta a la elaboración de un plan director o un plan especial de protección, que definirán las actuaciones necesarias para su conservación y, en su caso, su puesta en valor cultural.

En consecuencia, los proyectos actuales, irrealizables. Por el momento.

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