Imágenes que transmiten historia
La verdad es que pasear por algunas zonas de nuestro pueblo y ver algunas fotos de nuestro pasado, es un "relato hablado" de la historia de Barbate.
Y, en mi caso, por ejemplo, cada vez que veo la foto de los "restos" de lo que fue el María Rosa, es escuchar, y en cierta forma imaginar, lo que mi padre, que fue motorista en ese barco durante muchos años, vivió con sus compañeros de tripulación en ese "cascarón", que visto con los ojos de hoy nos cuesta entender cómo era posible que más de 20 personas desarrollaran su trabajo, y "convivieran", en tan reducido espacio, donde obviamente faltaban las más elementales medidas de seguridad y... salud, por lo que no es extraño que muchos de ellos terminaran con su salud destrozada a temprana edad. En el caso de mi padre, sus pulmones dijeron "basta", en una mezcla nociva producida por tantas malas noches y el tabaco, cuando solamente tenía 58 años.
De igual manera, pasar delante de lo que queda de esas impresionantes instalaciones de lo que fue el Consorcio Nacional Almadrabero, es recordar y "ponernos en la piel", sobre todo, de aquellas "muchachas de la fábrica", muchas de ellas casi niñas, que desarrollaron su trabajo carentes de medidas de protección, y, en muchísimas ocasiones, desprovistas de cualquier cobertura legal. Y es verdad, que, a veces, aunque esos recuerdos se "dulcifican", porque nos llevan a tiempos de juventud, no debemos pasar por alto las condiciones en las que desarrollaron su trabajo, ya que si a nuestro pueblo llegó algún "progreso" en aquellos duros años, fue fundamentalmente por la contribución de tantos y tantas trabajadores de la "má" y de... tierra. Y esto viene bien recordarlo unos días después del 1 de mayo.
Por tanto, hoy mi relato me lleva, una vez más, a recordar y homenajear a tanta gente de la generación de nuestros padres y abuelos, que fueron los grandes y olvidados protagonistas de lo bueno que le pudo pasar a nuestro pueblo, y que, nunca mejor dicho, "llevaron sobre sus espaldas" el trabajo más duro e ingrato, del que algunos "aprovechados" sacaron el mayor... provecho.
En fin, como os he comentado en otras ocasiones, un pueblo que desconoce e ignora su historia, está huérfano de esencias y "raíces", y por tanto es un pueblo "ignorante", por mucha tecnología y muchos móviles que domine. Y en mi opinión, simplezas al margen, esa memoria, ese presente, y ese... futuro de los pueblos -también el nuestro- no se defiende con corazoncitos, ailovius y demás, sino con acciones y actividades que nos hagan conocer e incidir en nuestras esencias y raíces. Y aunque estas cosas posiblemente no dan de comer, si "alimentan" el alma y la memoria de los pueblos, y eso, a veces, es casi tan importante como lo primero. Salud.