Menos arena y más turistas pueden adelantar el fin de la Playa del Carmen

Las nuevas urbanizaciones turísticas, un nuevo peligro para nuestro litoral

Cuadro de Natalia Balaguer

Cuadro de Natalia Balaguer

En los últimos meses, el Ayuntamiento de Barbate, presidido por Miguel Molina, ha lanzado o relanzado tres megaproyectos urbanísticos dirigidos al sector turístico. Las críticas se han centrado, fundamentalmente, en la falta de transparencia y acuerdo con los vecinos y organizaciones sociales y políticas; en el daño al entorno natural; y en olvidarse de la promoción de viviendas para los propios barbateños en vez de para visitantes ocasionales.

Sin embargo, hay otra variable que no se ha tenido en cuenta, el daño que una mayor presión turística puede hacer a unas playas en claro retroceso y que -como la playa del Carmen de Barbate- ya se estima que se perderán en 2050.

La Playa del Carmen de Barbate en Peligro: El Reto de la Erosión Costera

Barbate enfrenta un desafío ambiental significativo: la progresiva pérdida de arena en la emblemática Playa del Carmen. Aunque a simple vista el problema pueda parecer estacional, los informes científicos y las proyecciones de futuro confirman una tendencia preocupante que amenaza no solo el paisaje, sino también la seguridad del litoral y la economía local.

Por qué se está perdiendo arena

La erosión costera es un fenómeno natural acelerado por el cambio climático. Factores como el aumento del nivel del mar y la mayor frecuencia e intensidad de los temporales actúan como los principales motores de esta regresión. Las tormentas de invierno, especialmente, arrastran grandes cantidades de arena hacia el mar, mientras que la recuperación en verano es cada vez menos significativa.

Estudios de la Junta de Andalucía y el Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico, así como informes de organizaciones como Greenpeace, han puesto de manifiesto la vulnerabilidad del litoral gaditano. La zona de Barbate está catalogada con un riesgo de retroceso de la línea de costa "muy alto", lo que confirma que la erosión es una tendencia a largo plazo.

El uso recreativo intensivo de las playas también contribuye al problema. El tránsito constante de personas y vehículos compacta la arena y destruye las dunas, que son ecosistemas muy frágiles y actúan como una reserva de arena natural. La limpieza mecánica, si bien necesaria, puede eliminar sedimentos y restos orgánicos que ayudan a fijar la playa, tal y como se detalla en el informe "Usos e Impactos" del Ministerio para la Transición Ecológica. El conjunto de la actividad turística, sumado al cambio climático, debilita las defensas naturales del litoral.

La paradoja del desarrollo urbanístico

El problema de la erosión se vuelve más complejo al contrastarlo con los planes de desarrollo turístico del municipio. Barbate está promoviendo tres grandes proyectos de urbanización en el entorno de sus playas, en las zonas de Següesal, San Ambrosio-Trafalgar y Sierrezuela Playa. A pesar de que estas urbanizaciones están alejadas de la costa, su compleción puede atraer a un mayor número de visitantes a las playas, incrementando la presión sobre un recurso natural que está en claro retroceso.

Esta situación genera una clara paradoja: mientras la principal atracción del municipio, su costa, se ve amenazada por la pérdida de arena y el aumento de la presión humana, se apuesta por un modelo de crecimiento que se apoya en ese mismo recurso en peligro. El futuro desarrollo turístico de la zona dependerá en gran medida de la salud de sus playas, lo que plantea la necesidad de planificar el crecimiento de forma sostenible, considerando los límites de la capacidad de carga de un ecosistema tan frágil. La Ley de Costas ya establece directrices para la gestión de las playas con el fin de protegerlas.

El riesgo de perder la playa

Las proyecciones más alarmantes estiman que, si no se toman medidas efectivas, la Playa del Carmen podría perder entre 15 y 19 metros de costa de aquí a 2050. Este dato, basado en un escenario de emisiones moderado, no solo implica una reducción drástica del espacio recreativo, sino también la pérdida de una barrera natural fundamental. Los arenales actúan como un amortiguador frente al mar, disipando la energía de las olas y protegiendo las infraestructuras costeras de los embates del océano. La desaparición de esta protección natural aumenta el riesgo de inundaciones y daños estructurales durante los temporales, una amenaza que afecta a gran parte del litoral andaluz.

Ante este escenario, la Demarcación de Costas suele recurrir a los aportes artificiales de arena como medida paliativa. Sin embargo, su viabilidad a largo plazo es cada vez más cuestionada, como sabemos bien por el caso de Los Caños de Meca vivido esta misma temporada. Los expertos señalan que los aportes son una solución temporal y costosa, ya que la nueva arena es arrastrada por el mismo proceso de erosión en poco tiempo.

Qué modelo de futuro queremos para Barbate

Muchos barbateños siguen creyendo que el desarrollo turístico es ahora mismo la mejor oportunidad de futuro para Barbate. 2050 no está nada lejos. Tengan en cuenta que en 2011 la Junta de Andalucía declaró de interés turístico el desarrollo del Següesal Resort Golf y estamos en 2025 sin haber llegado a la aprobación definitiva.

Si en 25 años se materializa alguno de esos grandes movimientos especulativos, podremos encontrarnos que son ciudades fantasma incluso en verano, porque el retroceso de nuestras playas ha provocado la espantada de los turistas. Si se desarrollan antes, pueden provocar que el fin de nuestras playas se adelante.

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