Pequeñas cosas de nuestro pueblo
La colaboración de esta semana -aunque no era la intención, ya que había otra casi terminada- sigue la estela de la publicación "heladera" de la semana pasada, y es que veía un comentario "precisando" la introducción que se hacía, ya que, efectivamente, la heladería de Matías en la Avenida Andalucía -entonces Avenida de la Victoria- no estaba donde la actual Caja Rural, sino justamente en el local que está a continuación. En esa heladería, recuerdo cuando hace muuuuuuchos años, Pura te despachaba los helados, siempre amable y sonriente.
Y la verdad es que me gustó esa precisión del comentario, porque indica que la gente presta atención, a esas "pequeñas cosas" de nuestro pueblo, que no tienen importancia, pero que a mí me resultan enternecedoras.
Y lo que son las cosas, ese ir a la entonces Avenida de la Victoria -nombre muy de la época, por cierto- me llevó a los años de mi niñez-adolescencia, algunos de los cuales pasaron en la tienda que tuvo mi padre en aquella zona, en unos tiempos donde no había grandes supermercados y aquellas tiendas, aunque no lo ponía en ningún sitio, eran casi un "24 horas", ya que abrían muy temprano, y cerraban cuando... "se encartaba". Como le gusta decir a un amigo, esos tenderos quitaron mucha hambre en aquellos tiempos del "fiado", hasta que "partiera" el barco, para los de la "má", o cobraban la quincena, los que eran de "tierra".
En aquella avenida, en la misma acera de enfrente, si mal no recuerdo, en los años finales de los 50, primeros de los 60, había cuatro "tiendas de comestibles"; después hubo alguna más, tres de ellas de los hermanos Tocino, y la de mi padre que estaba, más o menos, a mitad de la avenida. He escrito más de una vez sobre esa tienda de mi padre, en aquellos años donde todo se vendía a "granel": garbanzos, habichuelas, café, mantequilla, etc. Incluso el aceite, se despachaba desde una máquina. Y lo que son las cosas, curiosamente entonces la gente "reciclaba" vidrio sin saber que era eso del reciclaje, ya que para que te dieran la botella de "Casera", gaseosa, o lo que fuera, tenías que traer un "casco" vacío, ya que si no, tenías que pagar el envase.
En fin, que lo que son las cosas, me encuentro una vez más, esta sin proponérmelo, escribiendo de, o sobre, la tienda de mi padre, y de aquellos tiempos duros y de privaciones, donde en lo material faltaba casi de... todo, pero, posiblemente, en otros aspectos, no sé si "sobraba", pero tengo la impresión de que había más... "humanidad" que en los tiempos que corren. Esto obviamente puede ser una apreciación "subjetiva", a la que me lleve el recuerdo de mis padres en particular, o el de la generación de nuestros padres, en general, por los que siento admiración, o a lo mejor todo es más sencillo, y lo que añoramos puede ser nuestra lejana ya, niñez y juventud.
Una foto de aquella tienda, que fue un "regalo" tan maravilloso como inesperado, donde está mi madre, y mi primo Pedro, dan "contexto" al escrito de hoy. Salud.