¿Por qué se me fue a luz y a un amigo en San Ambrosio no?
Mi casa, y la de mayoría de nosotros, está conectada a la red eléctrica. Ya estás pensando: “Inchi, menuda tontería”. Pues no, mi amigo de San Ambrosio no está conectado a la red eléctrica y no le falta luz ni para la lavadora ni para el termo eléctrico ni para el lavavajillas ni para nada, y el día del apagón (28 de abril) estaba en su casa y se enteró por el parte mientras comía lo cocinado en la vitrocerámica. Mi amigo, el de San Ambrosio, es energéticamente independiente. ¿Tú puedes serlo?
Otro dice: “pues yo tengo placas solares y me quedé sin luz, ¿cómo es eso?”. Pues eso es porque te falta un componente fundamental para desconectarte de la red. ¿Cuál? Las baterías eléctricas.
Cuando instalamos placas fotovoltaicas en nuestro tejado o el de nuestra comunidad, estamos en la siguiente situación: producimos energía durante las horas de sol. Esta energía puede ser suficiente para cubrir nuestra demanda durante esas horas, faltarnos o sobrarnos. ¿Cuál es la situación ideal? Que nos sobre. Si nos sobra producción eléctrica tenemos tres opciones: dejar que se pierda (lo que, aunque parece sorprendente, ocurre), verterla a la red eléctrica (excedentes mal pagados) o acumularla para las horas en que no hay producción en nuestra cubierta (baterías, ahorro máximo e independencia energética).
Tanto si dejamos que nuestro exceso de producción se pierda como si lo echamos a la red eléctrica y lo vendemos, estamos obrando mal, porque después tendremos que comprar electricidad a precio de mercado. Y acceder al mercado (engancharse a la red eléctrica) no solo significa tener que pagar por los kWh consumidos, también por la potencia contratada (que es una parte muy importante de la factura), los peajes de acceso e impuestos. Y, sobre todo, como hemos visto, nos convierte en dependientes de una red que ha demostrado su inestabilidad. ¿Solución? Autoconsumo con baterías: independencia energética.
Los análisis que conocemos sobre el apagón del 28 de abril de este 2025 son complejos e interesados, pero hay un punto en el que coinciden: para sacar el máximo partido a las energías renovables, hay que producir al máximo y almacenarla antes de inyectarla a la red.
Actualmente los molinos y las placas -por ejemplo- vuelcan su producción inmediatamente en los canales de distribución de la electricidad. Este conlleva que a veces sobre energía y a veces falte: el viento es caprichoso. E incluso cuando sopla, no es extraño que en un parque eólico estén detenidos algunos o muchos o todos los aerogeneradores, sencillamente porque la energía que pueden producir no tiene demanda en ese momento. Las placas son más previsibles, sabemos cuántas horas de sol van a recibir, y durante cuántas horas al día no podemos esperar nada de ellas.
Por tanto, a nivel nacional ya se habla de importantes inversiones en baterías para acumular la energía renovable producida. La misma iría a estas baterías, y de ellas se inyectaría al circuito eléctrico. Esto aporta dos ventajas: poder tener siempre las instalaciones trabajando al máximo -hasta que se llene este embalse, no de agua sino de electricidad- y atender al instante la demanda real, tanto su sube como si baja.
El Gobierno de España (según nuestras fuentes profesionales), antes de acometer estas inversiones o forzar a las empresas a hacerlas (lo que al final también lo pagaríamos todos), ya se plantea mantener abiertas por más tiempo las centrales nucleares. Estas son más estables y flexibles y no necesitan de inversión adicional. Pero, sea ahora o sea mañana, el futuro en España pasa por volcar la electricidad producida por fuentes renovables en baterías y de estas a la red. ¿Y en tu casa, en tu comunidad, en tu empresa? De las placas a las baterías y de estas a tu circuito cerrado, sin engancharte a la red. Esto es lo más seguro y barato. Solo tienes que dar con una compañía que te lo haga y te lo financie. Existe. Solo tienes que preguntarnos.