Otro bochornoso ridículo de Miguel Molina
Está muy extendido el error de pensar que los cargos dignifican a las personas, y esto no es así, son las personas, con su ejercicio, las que deben dignificar y honrar los cargos. Ser nombrado alcalde, por ejemplo, no es un honor, es una responsabilidad para con toda la ciudadanía, para quienes te han votado y para quienes no; y la forma de ejercer el cargo demuestra si se es digno o indigno de él.
Recuerdo una sesión plenaria del Congreso de los Diputados en la que el entonces vicepresidente del gobierno de España, Pablo Iglesias, afeaba a un diputado del PP que le interrumpiera su intervención porque no respetaba la dignidad de su cargo. Qué disparate. Este mismo Pablo Iglesias es el que introdujo los escraches a los políticos o les atosigaba con cuestiones personales. Es el ejercicio del cargo, señor Iglesias, el que le convierte en digno o indigno de él.
En fin, en este país y en cada región y en cada pueblo y ciudad, hemos votado una y otra vez a desmerecedores de las responsabilidades que les hemos asignado y vuelto a designar. Aquí no vamos a desentrañar ese misterio ni a flagelarnos por él, pero no podemos menos que sentir vergüenza.
El pasado viernes 11 de abril, Agustín Conejo, alcalde de Zahara de los Atunes, se plantó delante de la maquinaria que obraba en su pueblo para la adecuación del terreno donde ha de instalarse una plaza de toros. Conejo demandaba a los operarios que le mostrasen la licencia de obra que él mismo les debía conceder, cosa que no había hecho. Ante este plantón, Molina envió a la Policía Municipal para detener a Conejo. Ayer martes, 15 de abril, se celebró la vista por este hecho y el juzgado ha dictaminado su sobreseimiento. No hay caso. Conejo actuó bien, Molina no.
No es más que otro episodio lamentable en que el alcalde-presidente de Barbate se cree plenipotenciario y actúa contra toda razón y totalmente falto de sensibilidad. Zahara de los Atunes no es ni San Ambrosio ni Zahora ni Los Caños de Meca. En estos últimos la máxima autoridad es Miguel Molina, pero Zahara de los Atunes tiene un alcalde con potestad en algunas materias.
Son muchos casos ya en los que Miguel Molina demuestra ningunear al alcalde de Zahara de los Atunes, y ni siquiera le permite hablar en sesiones plenarias del Ayuntamiento en que se tratan cuestiones elevadas por él. Por ejemplo, la petición de Zahara de los Atunes de integrarse en la Mancomunidad de Municipios de La Janda. Sin escuchar a los vecinos de Zahara -otro caso- decide afectar un gran terreno natural de la localidad para seguir apostando por el turismo invasivo.
Así obra Miguel Molina con Zahara de los Atunes y con todos, como si su cargo le confiriese autoridad y competencia en todas las materias. A nadie escucha y por nadie se interesa, como si nadie tuviese nada que enseñarle o aportarle para una mejor gestión de alguno de los asuntos de nuestro pueblo. No nos hace falta un Sócrates para gobernarnos (“solo sé que no sé nada”), pero sí alguien con un poquito más de conocimiento, humildad y humanidad.
Lo de los otros bochornos -las diferentes declaraciones de Molina por el asunto de la detención de Conejo y sus derivadas- ni hablamos, ya son cosas menores que solo abundan en el carácter del personaje.